Ácido hialurónico

Los años van pasando y aunque unos hábitos de vida saludables pueden ayudarnos a retrasar la aparición de los efectos de la edad, tarde o temprano, estos comienzan a ser visibles. Un indicador natural sobre nuestro estado de salud es la piel. Principalmente la piel del rostro por ser más fina y sensible que la de otras zonas y por estar siempre expuesta.

Con la edad la piel va perdiendo hidratación y elasticidad. Está comprobado que este suceso presenta una relación muy estrecha con la pérdida del ácido hialurónico que se encuentra en la epidermis. Pérdida de volumen en los labios y los pómulos, así como la aparición de líneas de expresión alrededor de los ojos, la boca, el entrecejo o los surcos nasolabiales son algunos de los primeros síntomas de la edad. Sin embargo, estos pueden ser reversibles con el tratamiento adecuado.

El ácido hialurónico es una molécula presente en nuestro organismo compuesta mayoritariamente por azúcares. Forma parte de las células y dependiendo de dónde estén localizadas aparece en mayor o menor concentración. La piel y los cartílagos por ejemplo son tejidos con grandes concentraciones de éste ácido. También se encuentra alrededor de las células ya que su textura viscosa actúa como lubricante además de ser el medio de transporte de los nutrientes y las sustancias de deshecho.

Es junto al botox la sustancia protagonista del relleno antiarrugas, sin embargo el ácido hialurónico ofrece un resultado visiblemente más natural. Su secreto radica en su capacidad para retener el agua además de ser un estimulador natural de la producción de colágeno.

Los usos estéticos del ácido hialurónico no se reducen al tratamiento de los signos de la edad, como en los rellenos antiarrugas, también se puede utilizar para eliminar cicatrices ocasionadas por el acné o para rediseñar de forma temporal algún rasgo facial, como puede ser un aumento de labios.

También se pueden encontrar usos del ácido hialurónico en otros campos de la medicina como en oftalmología, odontología, urología y traumatología.

La aplicación de tratamientos con infiltraciones de ácido hialurónico es sencilla y no deja ninguna cicatriz. La sustancia se encuentra en formato gel y éste se inyecta con una jeringa muy fina justo bajo la piel de la zona a tratar, donde no hay músculo. El ácido hialurónico se integra de forma natural en los tejidos sin producir fibrosis, es decir, sin alterar las características de la piel.

De este modo la sustancia, completamente segura y reabsorbible, actúa como relleno y la piel consigue un aspecto liso y natural. Sus efectos son visibles inmediatamente y se mantienen, de media, entre tres y nueves meses. Sin embargo, depende de la zona puede durar hasta un año.

Como alternativa a las inyecciones hay tratamientos en crema que contienen ácido hialurónico pero los resultados no son tan rápidos.  Independientemente del formato que presente, es una sustancia biocompatible, por lo tanto no es necesario realizar pruebas de alergia antes de realizar el tratamiento ya que los casos con complicaciones son prácticamente inexistentes.